miércoles, 16 de septiembre de 2009

LOS GOLPES DE LA VIDA



Hay golpes en la vida que el tiempo no cura y de esos este hombre ha sufrido unos cuantos a lo largo de sus 90 años. Severino Méndez, vecino de Torga, experto en "quitar el golpe" a propios y extraños no ha podido, paradójicamente, sustraerse a los crueles golpes que el destino le ha asestado. Hijo menor de una familia de doce hermanos de los que diez murieron durante la infancia de una enfermedad desconocida, toda su vida ha esquivado la muerte, por fortuna o por casualidad.

La técnica de quitar el golpe la aprendió en su juventud de su abuela Antonia. La práctica consistía en eliminar la sangre acumulada en un ojo a consecuencia de un golpe, chupando con fuerza en un punto concreto la muñeca del brazo contrario. Severino explica el proceso con la sencillez que le caracteriza, sin atribuirse ningún mérito, como si cualquiera pudiera hacerlo con sólamente ponerse a ello. "Había que succionar con fuerza y precisión hasta que la mala sangre acumulada salía. A continuación se escupía y el mal ya estaba curado". Su capacidad operativa la atestiguan varias personas que asisten a nuestra conversación.


El motivo principal de mi visita había sido conocer sus dotes de curandero, pero la tarde soleada y perezosa de agosto se prestaba más a la charla distendida sin un objetivo concreto. Aurora Cadenas, de 87 años, con la que lleva casado más de 60, nos ofrece algo fresco para calmar la sed y me envuelve en la historia de los bailes que se celebraban en su juventud en el Casino y en el Palacio de Tormaleo.



"Recuerdo muy bien a tu abuelo Salustiano. Bailé con él muchas veces. Era un buen mozo bien plantado. Una vez, vino un alférez a sacar a bailar a tu abuela y la dejó sola en medio de la pista para hacerle un feo. Entonces tu abuelo retó al otro a que se quitara las estrellas, que él se quitaría los galones y arreglarían el asunto fuera".

Severino también recuerda a mi abuelo y a mi bisabuelo Don Manuel, con los que fue una vez a la montaña que hay entre Busante y Torga, a la búsqueda de los supuestos tesoros escondidos en la Cueva de los Moros. Severino y Aurora se miran con esa complicidad que sólamente es posible tras una vida juntos. A la pregunta de quién ha aguantado más a quién, Severino sonríe picarón como dando a entender que entre golpe y golpe de la vida, también ha tenido alguna alegría... Aurora no necesita excusa para sonreir. Su alegría es permanente y contagiosa. Le recuerda a su marido que una de las mejores cosas que le han sucedido en la vida es precisamente casarse con ella. Confirma Severino: su boda, sus hijos y sus seis nietos. Esas son sus Grandes Alegrías.


Y es que, volviendo a la atormentada juventud de Severino, la película de su existencia asemeja más a las siete vidas de un gato. Con 17 años cuenta cómo se encontraba en el frente, en plena batalla de Guadalajara, cargando decenas de muertos y heridos en camiones mientras las balas y las bombas volaban por encima de su cabeza. De vez en cuando caía uno de sus amigos, pero él continuó toda la noche en aquella fúnebre tarea sin ser alcanzado.

También rememora que nunca pasó tanta hambre en su vida como en aquellos malditos tres años de guerra y cómo contrajo el paludismo y dándolo casi por difunto, lo llevaron a la Sala de Muertos no sin antes pedirle que se despidiera de los suyos por teléfono. La cuestión es que Severino no se quiso despedir entonces y tras quince días debatiéndose entre la vida y la muerte, la primera jugó una vez más a su favor.


...Y aquí lo tenemos, sentado a la sombra de una centenaria higuera que crece al lado mismo de su casa; formando parte del paisaje más entrañable de Ibias, del Paisaje Humano, del esencial, del que no se aprecia en una visita turística superficial. Aquí está Severino, sentado junto a Aurora y a su hijo Ángel, relatando con voz pausada sus frecuentes subidas a la Braña con el ganado: "hasta 900 cabras de todos los vecinos me ha tocado cuidar por vecera". ¿Y los lobos? Atacaban al ganado, pero yo he andado por el monte de día y de noche y nunca me han hecho nada. Eso sí, alguna vez se interpusieron en mi camino en plena noche con esos ojos amarillos que alumbran como si fueran velas... Miedo, no, pero respeto sí les tengo.

Quizás ese sea el gran secreto de su vida: mantener el RESPETO y no dejarse ganar por el MIEDO. Ojalá podamos ponerlo en práctica nosotros. De momento, sirva esta modesta entrada como homenaje a Severino y Aurora, en nombre de tantas otras personas humildes y encantadoras que conforman la memoria viva del pasado de Ibias.

13 comentarios:

MARIA I. dijo...

Precioso, entrañable, tam bien contado , ojala mantengamos el repeto y no nos dejemos ganar por el miedo y alguien pueda tener esa opinon de nosotros
Y para el primo Severino ( como siempre le oi llamar yo) muchos años de felicidad junto a su esposa Aurora

Suso dijo...

Hola María,una vida realmente compleja la de Severino.
Enhorabuena por tu relato,emocionante y respetuoso.

El Bao dijo...

Me ha gustado lo del paisaje humano, el respeto, cuantas cosas podemos aprender de esta gente con tantas vivencias que supieron superar lo peor de la vida y siguen con la sonrisa puesta, con entradas así tal vez María contribuya a que todos valoremos un poco más a nuestros mayores.

Alto Sil dijo...

¿Quién de nuestra generación -degeneración- podría contar una historia de su vida como ésta? Francamente, no estamos a la altura de las generaciones anteriores. Lo menos que podemos hacer es aprender de su capacidad para enfrentarse a los problemas de verdad -no como los nuestros-, y rendirles homenaje.

Muy buena la anécdota del sargento Salustiano demostrando al alférez que el rango sólo cuenta donde cuenta.

Bernar dijo...

Amén a eso, hermana...

La Marquesa dijo...

Pues bien, ya he regresado de mi estancia en otras posesiones que el marquesado posee en el extranjero...
Una bonita historia.
Lo de "quitar el golpe" me ha impresionado un montón y me da una grima sólo de pensarlo que no veas...
Lo que no nos has contado es si Severino ha pasado su conocimiento a alguno de sus sucesores.
Larga vida a Severino!!!!

Jose de Mingo dijo...

Al margen de todos los "saberes" que nos puede aportar Severino, cuánto le tenemos que agradecer a esa generación que sufrió la guerra y los rigores de la postguerra. Poco a poco se nos están yendo todos, sin reconocerles el esfuerzo de haber vivido los peores momentos del siglo XX español.
Que Severino pueda disfrutar al máximo de la vida durante el resto de sus días.

el chapras dijo...

Yo soy un privilegido, no hace ni quince dias que me lo estubo contando en persona,incluso mas extenso...Tengo en mi memoria relatos encandores de esta bella persona,que siempre tiene buen humor para contarmelas y una lucidez a sus 90 años que yo firmaria para tenerla aunque fuera con menos edad.
Me consta que Severino no ha pasado sus conocimientos ni a hijos ni a nietos, a ver a la bisnieta que por cierto se te olvido poner que es bisabuelo Maria.
Señora Marquesa bienvenida a casa, me alegro de que no la hayan secuestrado en sus posesiones del extranjero.Seria una pena no tener nobleza con la que debatir...
Maria nos dejaste emocionaos con este relato.("semos" de Torga).

Un saludo

Noelia dijo...

Menuda historia para mi incorporación a la familia bloguera, ¡qué vidas!.
Precioso relato

Noelia dijo...

Menuda historia para mi incorporación a la familia bloguera, ¡qué vidas!.
Precioso relato

Taladricia dijo...

Otra historia que no se llevará el viento. 90 años de vida viviendo una batalla diaria para llegar a vivir un día más. Las historias de nuestros padres.
María, no dejes que se pierdan.

María del Roxo dijo...

Verdaderamente entrañables, Severino y Aurora. Gracias por vuestros comentarios. Estoy segura que añadirán una gota de alegría a la vida de esta pareja ejemplar.

Maismar dijo...

Entrañable María, respeto, mucho respeto; pero miedo... ¿para qué?. Buena lección.

Bo día.