jueves, 15 de enero de 2009

EL MAESTRO RURAL

D. Antonio Campo Barrero, más conocido como "EL FAROLO" era "Maestro Particular de Marentes y sus contornos", como él mismo afirmaba en los libros-miniatura que confeccionaba de forma artesanal con hojas de libreta escritas a pluma, resumiendo a modo de enciclopedia todas las áreas del saber. En ellos no sobraba ni una coma, no había lugar para márgenes, el espacio era vital a la hora de transmitir los conocimientos indispensables a sus alumnos.



Corrían los años 40. La pirámide poblacional de Ibias todavía se parecía a la de los países en vías de desarrollo. Había niños por doquier y aunque muchos no podían asistir al colegio por tener otras obligaciones laborales en su hogar, abundaban las escuelas rurales por todo el concejo. En la Montaña había muchas. Nombro las de Villarmeirín, Taladrid, Villar de Cendias, Tormaleo... porque son las más cercanas, pero me consta la existencia de muchas más en todo el concejo, como esta de Cecos, que véis en la foto.



Villaoril nunca tuvo escuela propia, así que los niños se desplazaban hasta Taladrid o, en ocasiones, recibían "clases particulares" en un espacio habilitado a tal efecto en los bajos de la Casa del Arandoxo. Allí se presentaba el Farolo, contratado por los progenitores con más medios y reunía a un pequeño grupo de chiquillos de todas las edades, que procedían a repetir una y mil veces todas las "grandes verdades" que debían conocer: cuántos quintales había en una tonelada, cuáles eran los afluentes del Duero, cuáles las montañas más altas y los nudos ferroviarios nuestra Patria (Una, Grande y Libre). Todo ello "amenizado" y controlado mediante una ligera vara de avellano de sorprendente alcance y puntería.




Desde este humilde rincón, reivindico un lugar de privilegio en la memoria histórica de Ibias para esta Obra de Arte en miniatura, forrada en piel, elaborada por D. Antonio. Algunas de sus palabras, como el océano GRACIAL ártico o Gibraltar - fortaleza INESTIPUGNABLE- no tienen desperdicio...



Me hubiera gustado acompañar esta entrada con fotos del material disponible en el Aula de la Escuela Rural de San Antolín (museo - el único de Ibias - "fantasma" que, al parecer y según cuentas las oscuras leyendas y crónicas negras, nadie ha visto abierto más que el día en que las autoridades de turno vinieron a inaugurarlo con toda pompa y lustre). Dado, pues, que según parece se ha convertido en "aula inestipugnable", valga en su nombre esta muestra de caligrafía del bueno de D. Antonio.


10 comentarios:

Anónimo dijo...

Tú sí que tienes un museo en casa...

El Bandido de Tormaleo dijo...

Pues sí, vaya museo el de la Casa del Roxo.

Para el buen funcionamiento de una escuela de los años 40-50 se consideraba que, como mínimo, se debía contar con los siguientes materiales pedagógicos: una bandera nacional, una figura de la Virgen Inmaculada o del Corazón de Jesús, un reloj de pared, una mesa para el maestro, bancos para el alumnado, una pizarra, un retrato de Franco, un crucifijo, una bandera, mapas de las partes del mundo, un planisferio, un mapa de España y un sistema de pesas y medidas. Dichos materiales podían ser complementados con algunos libros de lectura, siempre que la asignación económica lo permitiese.

Las pizarras individuales (pizarrines), tinteros y plumas, lápices, gomas y afiladores fueron utilizados sucesivamente por los alumnos para escribir y hacer sus operaciones aritméticas.

El aprendizaje de la lectura se llevaba a cabo mediante las cartillas escolares. Primero Rayas, después el Parvulito y Mis Primeros Pasos. En las décadas de los 40 y 50 los conocimientos de lengua, aritmética, religión, política y naturaleza estaban incluidos en un solo libro: La Enciclopedia. Ésta pretendía ser un compendio de todos los saberes que el alumnado debía aprender durante el curso. La más popular fue la conocida Enciclopedia Álvarez.

También se empleaban otros libros de lectura. Una edición popular del Quijote no podía faltar. La mayoría de los textos servían para enaltecer los valores del Régimen: sacrificio y abnegación por la patria, el imperio y la religión. Hasta los años 60 todo libro destinado a la enseñanza debía ser aprobado por la autoridad eclesiástica; dicha aprobación venía dada por la frase "nihil obstat" e "imprimatur" en la contraportada de los mismos.

Anónimo dijo...

Mucho me temo que la mitad de las escuelas de Ibias no contasen con la cuarta parte del material pedagógico que "el bandido" detalla.
Lo que sí se es que no faltaba la buena voluntad de los pobres maestros de escuela por enseñar (digo pobres por el famoso dicho "pasas más hambre que un maestro de escuela"), y la buena voluntad de los alumnos por aprender.
Deberían aprender nuestros niños de hoy lo que suponía tener que ir desde Villaoril a Taladriz a la escuela, caminando todas las mañanas y con grandes nevadas "de las de antes". Y allí llegaban, se cambiaban los mojados zapatos por las zapatillas secas y a empezar a aprender.
Y sobre todo, deberían aprender a conservar y cuidar los libros, como éste que María nos enseña...
Suerte que a los Marqueses nos educan en casa calentitos...

Milio'i Sebastián dijo...

A veces, en Degaña al menos, se les encomendaban tareas más propias de los padres, como el llevar a sus pupilos a misa. D. Jenaro (de Babia, él) en los años sesenta, fue de los que se negó, no sin algún percance. Se puede ver además en las fotos de las comuniones siempre a la maestra con sus niñas...
!Tiempos aquellos!

Anónimo dijo...

Muchas veces los extremos se tocan...
Nada más diferente que la vida de los años 40 y la que vivimos hoy.
Y sin embargo, si haceis una ampliación de la página primera del manuscrito del Sr. Farolo, podeis observar con qué precisión hacía la @.
¡ Quién le iba decir a Ray Tomlison, cuando inventó el correo electrónico en 1971, base de nuestra conexión con internet, y utilizó por primera vez el signo@, que 25 años antes D. Manuel Campo Barrero, lo transcribía , en Villaoril, con esa pulcritud!
Yo he conocido al Farolo y os aseguro que ponía un gran esmero en sus enseñanzas. Este libro, que presenta María y que ,quizá, sea ejemplar único, es la base en la que se asientan los clásicos apuntes que muchos catedráticos daban estos años de atrás.
Farolo cobraba cuatro reales y comía cada día en una casa. Cantaba como nadie la tabla de multiplicar y enseñaba hasta la regla de tres compuesta con la soltura que podría hacerlo hoy
de D. Emilio Botín.
Vaya esto en honor del maestro particular Farolo y en agradecimiento por esos primeros conocimientos que nos implantó a tantos en Ibias.
María, algún día nos dirás qué te ha llevado a traer a estas páginas a tan entrañable personaje....

Tony dijo...

Está claro que la labor que antaño realizaban lo maestros de escuela en las zonas rurales era impagable.

Hoy día esa vocación y capacidad de sacrificio está en peligro en peligro de extinción ...

El Bandido de Tormaleo dijo...

Muy observador el Trago del Cadavín, con lo de la arroba. Claro que se utilizaba antes la arroba: era una unidad de medida de masa y equivale a la cuarta parte de un quintal, pero hoy en día a ver que chaval no se te ríe si le cuentas que es eso y no el símbolo que hace referencia a los correos electrónicos.

María del Roxo dijo...

Me quito el sombrero ante tanta sabiduría... qué nivel!
Bernar: es que en casa tenemos el síndrome de Diógenes
Bandido: por tu descripción, casi-casi tenemos todo lo necesario para montar nuestro propio museo de la escuela rural... hasta cuatro maestros en la familia.
Marquesa: a ver cómo transmites ese mensaje a los marquesitos de la Viña.
Le Prof: las fuerzas vivas de los pueblos (maestro, cura y médico). Algún día hablaremos de ello.
Sr. Trasgo: qué menos que un humilde homenaje a D. Antonio. Tendré que fotografiar el libro entero porque seguro que con su perspicacia nos ilustra sobre aspectos que seguro me han pasado inadvertidos.
Tony: impagable no. 4 reales al día según dice el Sr. Trasgo.

Jose de Mingo dijo...

Un artículo muy didáctico e interesante, que ilustra los esfuerzos, de unos por enseñar y de otros por aprender, que se pueden trasladar a toda la comarca suroccidental asturiana.

Magníficos los comentarios de los lectores de tu blog, que corroboran tu post y con los cuales no puedo estar más de acuerdo.

Lástima que se haya quedado en "agua de borrajas" el museo de La Escuela Rural de San Antolín, que nuestros políticos inauguraron a bombo y platillo.

El Bao dijo...

Gracias de nuevo María por ilustrar tantos recuerdos lejanos. Saludo a todos los lectores del blog. Recuerdo a la maestra rural de mi pueblo y también al Señor Cura que nos visitaba los sábados por la mañana para enseñarnos el catecismo y poder hacer la Primera Comunión. Todo se aprendía en la Enciclopedia de Alvarez, ahora los niños llevan montones de libros y libretas.