Aproximarse a la Comarca de Laciana siempre es un privilegio. Pero si encima guía nuestros pasos el mismísimo Alto Sil y nuestra imaginación las palabras de Julio Alvarez Rubio, voz y memoria viva de esta hermosa comarca, la excursión del pasado fin de semana a la VEIGA EL PALO, se convierte en una experiencia única e irrepetible.
Los detalles objetivos de nuestro recorrido por los límites entre Laciana, Cangas del Narcea y Degaña se los dejamos plasmar a nuestro guía, que los describe con todo lujo de detalle en ESTA RUTA. El aspecto subjetivo de la misma y los ecos de misterio que todavía resuenan en mis oídos los confío a la pluma de D. Julio, que con su acertada prosa conduce de forma mucho más eficiente los desbocados caballos de la imaginación.
Un paraje no identificado y que alguna vez fue conocido como El Piélago del Moro podría haber sido escenario del mayor desastre que vieron los siglos en el Valle de Laciana. Hoy ni se reconoce este topónimo ni se recuerda haberlo utilizado nunca. Pero, a tenor del orden en que son descritos los límites del concejo lacianiego en la Carta de Privilego que le fue otorgada por Alfonso X en 1270, podría apostarse a que el Piélago del Moro se encuentra en el nacimiento de la Veiga el Palo y que se trata del llano pantanoso que llaman Las Charcas, extendido al pie del Collao Alto.
Los detalles objetivos de nuestro recorrido por los límites entre Laciana, Cangas del Narcea y Degaña se los dejamos plasmar a nuestro guía, que los describe con todo lujo de detalle en ESTA RUTA. El aspecto subjetivo de la misma y los ecos de misterio que todavía resuenan en mis oídos los confío a la pluma de D. Julio, que con su acertada prosa conduce de forma mucho más eficiente los desbocados caballos de la imaginación.
Un paraje no identificado y que alguna vez fue conocido como El Piélago del Moro podría haber sido escenario del mayor desastre que vieron los siglos en el Valle de Laciana. Hoy ni se reconoce este topónimo ni se recuerda haberlo utilizado nunca. Pero, a tenor del orden en que son descritos los límites del concejo lacianiego en la Carta de Privilego que le fue otorgada por Alfonso X en 1270, podría apostarse a que el Piélago del Moro se encuentra en el nacimiento de la Veiga el Palo y que se trata del llano pantanoso que llaman Las Charcas, extendido al pie del Collao Alto.
¿Las Charcas o Piélago del Moro?
En el cronicón titulado Antigüedades y Cosas Memorables del Principado de Asturias, Alonso de Carballo, basándose en los escritos de un historiador árabe de nombre Abentarique, relata cómo, allá por el siglo octavo, Don Pelayo ganó a los moros la villa de Cangas de Tineo, que era tierra fértil de trigo y generoso vino, lindas frutas, caças y pescas. Abenramín, rey de Toledo, tuvo un pesar gravísimo por haber perdido Cangas y parecióle que importaba mucho a su reputación recuperar la ciudad, de manera que juntó un ejército de doce mil ochocientos hombres nada menos y vino contra Asturias. La sola noticia de semejante amenaza debería acoquinar al más valiente, incluso si era asturiano. Pero el habilidoso estratega, experimentado en tantas escaramuzas como la de Covadonga, sabía que Abenramín no podría sacar provecho a tan multitudinaria tropa por la dificultad para hacerla maniobrar en estos laberintos de la cordillera. Así que, enterado Don Pelayo de lo que se le venía encima, acudió veloz con los suyos a cortar el paso al rey moro el cual, en cuanto tuvo conciencia del fregado en el que se había metido, corrió a acogerse por aquellas montañas de Laciana y dentro de dos días como llegó, sobrevino tal pestilencia en aquel paraje que de todo aquel ejército no quedaron más que mil personas.
¿Inofensiva turbera vegetal o siniestra trampa mortal?
Imaginemos por un momento al descomunal ejército árabe reculando en la Vega de Rengos, a las puertas de Cangas, y metiéndose por el valle de Gedrez, siguiendo curso arriba del río Narcea, tratando de guarecerse en la vertiente de las asturias cismontanas. Teniendo aquellos caminos la anchura justa para el rodar de un carro y fluyendo los moros en tan fabuloso caudal, es fácil de comprender que no irían en formación militar, de cuatro en fondo los peatones y de a dos los jinetes, porque, haciendo un cálculo somero, la columna alcanzaría unos diez kilómetros de larga, sin contar los carros de víveres, armas, tambores, chirimías y demás pertrechos. Para escapar de Don Pelayo y sus asnos salvajes, parece más creíble que los moros lo hicieran en tropel, los de a caballo por delante, en un frente completamente desordenado y tan ancho como permitiera el valle, saltando paredes, urces y piornos a todo galope. Así las cosas, no tendría nada de extraño que, tras franquear el Collao Alto, entraran en la Veiga el Palo sin el tiento necesario y se dieran de bruces con aquellas procelosas charcas. Los jinetes de atrás llegarían como ciegos, arremetiendo contra los de vanguardia, los caballos amontonándose, piafando, emitiendo relinchos angustiosos y tratando de mantener el cuello fuera del agua hasta el límite fatal del estiramiento. Una vez empantanados los ochocientos de caballería, irían llegando los doce mil infantes exhaustos y muertos de sed a ese piélago, lugar pantanoso o tremedal según la antigua acepción del término. Ocurriendo estos hechos apocalípticos en pleno estiaje, sobradamente se explicaría lo de la pestilencia que vino a los dos días y la mortandad subsiguiente.
Imaginemos por un momento al descomunal ejército árabe reculando en la Vega de Rengos, a las puertas de Cangas, y metiéndose por el valle de Gedrez, siguiendo curso arriba del río Narcea, tratando de guarecerse en la vertiente de las asturias cismontanas. Teniendo aquellos caminos la anchura justa para el rodar de un carro y fluyendo los moros en tan fabuloso caudal, es fácil de comprender que no irían en formación militar, de cuatro en fondo los peatones y de a dos los jinetes, porque, haciendo un cálculo somero, la columna alcanzaría unos diez kilómetros de larga, sin contar los carros de víveres, armas, tambores, chirimías y demás pertrechos. Para escapar de Don Pelayo y sus asnos salvajes, parece más creíble que los moros lo hicieran en tropel, los de a caballo por delante, en un frente completamente desordenado y tan ancho como permitiera el valle, saltando paredes, urces y piornos a todo galope. Así las cosas, no tendría nada de extraño que, tras franquear el Collao Alto, entraran en la Veiga el Palo sin el tiento necesario y se dieran de bruces con aquellas procelosas charcas. Los jinetes de atrás llegarían como ciegos, arremetiendo contra los de vanguardia, los caballos amontonándose, piafando, emitiendo relinchos angustiosos y tratando de mantener el cuello fuera del agua hasta el límite fatal del estiramiento. Una vez empantanados los ochocientos de caballería, irían llegando los doce mil infantes exhaustos y muertos de sed a ese piélago, lugar pantanoso o tremedal según la antigua acepción del término. Ocurriendo estos hechos apocalípticos en pleno estiaje, sobradamente se explicaría lo de la pestilencia que vino a los dos días y la mortandad subsiguiente.
¿Tapiz primaveral o escondite de las Bruxas?
Al caminante que hoy recorra aquel tremedal mullido y deliciosamente aromático, sobre el verde tapiz que retiembla bajo las pisadas, a cobijo del bosque de tersos abedules y arrugados robles con fantasmagóricas barbas de líquen grisáceo, envuelto en el placentero son de los arroyuelos que fluyen entre peñascos y matas de arándano, intuyendo la proximidad del oso que dormita encamado entre los piornos, aguardando a que la cómplice noche vista con su traje pardo a todos los gatos, sobresaltándose con el inesperado salto metálico de una trucha en aquellos profundos canales de agua impoluta que se ocultan tras los juncos …. le resultará difícil imaginar esta deleitosa Veiga el Palo -como la calificara el ilustre montañero Lueje- convertida en la deletérea Veiga el Palo que sugiere Alonso de Carballo.
Hace algunos años, este paraje de Las Charcas tuvo que ser rodeado por una cerca de estacas y alambradas de espino para prevenir que el ganado se metiera en lugar tan peligroso. Unas cuantas cabezas de bovino y más de un caballo perecieron ahogadas aquí y cuentan cómo, hace tiempo, hubo que rescatar a tres vacas que habían entremado y, fatalmente atrapadas, mugían en su desesperación y estiraban el pescuezo para mantener a duras penas el morro fuera del agua. La operación se efectuó de noche cerrada, con la colaboración de varios vecinos de Caboalles de Arriba, alumbrados con doce lámparas prestadas por la Mina Escondida y provistos de sogas que ataron tras los cuernos de los animales para tirar de ellos hasta ponerlos a salvo.
¿Florecilla silvestre o Drosera carnívora?
Hay otra fuente en la Veiga el Palo también relacionada con lo esotérico o sobrenatural. Es la Fuente de las Bruxas que mana no lejos de las Penas de los Chobercos. El agua de este manantial es muy buena, de las mejores del valle. Pero durante muchos años y siglos, la gente de toda la comarca sintió pavor al pasar cerca de este lugar, especialmente de noche, ya que era muy frecuente sufrir los abrasadores mordiscos de las brujas en pantorrillas, muslos, nalgas y pechos principalmente. Eso es lo que ocurría … y también otros terribles sucesos que más vale no recordar.
Los días más arriesgados eran los del entorno del tres de mayo, día de San Felipe, cuando todas las brujas asturianas se daban cita para celebrar un multitudinario aquelarre en este lugar. Una legión de hechiceras, furias, corujas, arpías, basiliscos y demás ectoplasmas acudía desde todos los puntos cardinales…
Al caminante que hoy recorra aquel tremedal mullido y deliciosamente aromático, sobre el verde tapiz que retiembla bajo las pisadas, a cobijo del bosque de tersos abedules y arrugados robles con fantasmagóricas barbas de líquen grisáceo, envuelto en el placentero son de los arroyuelos que fluyen entre peñascos y matas de arándano, intuyendo la proximidad del oso que dormita encamado entre los piornos, aguardando a que la cómplice noche vista con su traje pardo a todos los gatos, sobresaltándose con el inesperado salto metálico de una trucha en aquellos profundos canales de agua impoluta que se ocultan tras los juncos …. le resultará difícil imaginar esta deleitosa Veiga el Palo -como la calificara el ilustre montañero Lueje- convertida en la deletérea Veiga el Palo que sugiere Alonso de Carballo.
Hace algunos años, este paraje de Las Charcas tuvo que ser rodeado por una cerca de estacas y alambradas de espino para prevenir que el ganado se metiera en lugar tan peligroso. Unas cuantas cabezas de bovino y más de un caballo perecieron ahogadas aquí y cuentan cómo, hace tiempo, hubo que rescatar a tres vacas que habían entremado y, fatalmente atrapadas, mugían en su desesperación y estiraban el pescuezo para mantener a duras penas el morro fuera del agua. La operación se efectuó de noche cerrada, con la colaboración de varios vecinos de Caboalles de Arriba, alumbrados con doce lámparas prestadas por la Mina Escondida y provistos de sogas que ataron tras los cuernos de los animales para tirar de ellos hasta ponerlos a salvo.
¿Florecilla silvestre o Drosera carnívora?
Hay otra fuente en la Veiga el Palo también relacionada con lo esotérico o sobrenatural. Es la Fuente de las Bruxas que mana no lejos de las Penas de los Chobercos. El agua de este manantial es muy buena, de las mejores del valle. Pero durante muchos años y siglos, la gente de toda la comarca sintió pavor al pasar cerca de este lugar, especialmente de noche, ya que era muy frecuente sufrir los abrasadores mordiscos de las brujas en pantorrillas, muslos, nalgas y pechos principalmente. Eso es lo que ocurría … y también otros terribles sucesos que más vale no recordar.
Los días más arriesgados eran los del entorno del tres de mayo, día de San Felipe, cuando todas las brujas asturianas se daban cita para celebrar un multitudinario aquelarre en este lugar. Una legión de hechiceras, furias, corujas, arpías, basiliscos y demás ectoplasmas acudía desde todos los puntos cardinales…
a laVeiga el Palo,
a la ofrenda el diablo,
por cima las cádavas
ya umbaxu los artos.
a la ofrenda el diablo,
por cima las cádavas
ya umbaxu los artos.
¿Hongo yesquero gigante o refugio de trasgus?
Por aquellos cadavales próximos al camino del Rozón, cerca de la Pena los Chobercos, los pétreos tueros de las urces quemadas y los afilados tocones de los piornos cortados para leña mordían las pantorrillas de los caminantes y las zarzas y los espinos que crecían en las paredes arañaban las morbideces más prominentes de las hembras. No es extraño que todo Cristo atravesara el paraje corriendo como alma que lleva el diablo y sufriendo más mordeduras cuanto más atropelladamente corría.
Por aquellos cadavales próximos al camino del Rozón, cerca de la Pena los Chobercos, los pétreos tueros de las urces quemadas y los afilados tocones de los piornos cortados para leña mordían las pantorrillas de los caminantes y las zarzas y los espinos que crecían en las paredes arañaban las morbideces más prominentes de las hembras. No es extraño que todo Cristo atravesara el paraje corriendo como alma que lleva el diablo y sufriendo más mordeduras cuanto más atropelladamente corría.
9 comentarios:
Trasgu, diría yo, por la pinta
Muy interesante el reportaje Maria.Todas las leyendas tienen una base de verdad, auque tratandese de moros yo me resisto a creerlas ya que con ligeras variaciones son en todos los sitios iguales.Si embargo esta tiene pinta de ser algo cierto.
Por lo demas si quieres buscar los restos del ejercito perdido te puedo proporcionar algunos voluntarios(recuerda las entrevistas de semana santa)claro esta a cambio del botin,minimo una olla llena de oro.
Un saludo
¡Anda! A ver si va a resultar que en realidad la famosa y primera batalla del mes de agosto del año 722 no fue en Covadonga sino entre Cangas (del Narcea) y L.laciana y nos han usurpado nuestro lugar en la Historia. Ahora, ya en serio, leyendo las palabras de Julio Álvarez Rubio que describen la zona, no me extraña que los vecinos hiciesen caso de la leyenda de los aquelarres en la Veiga'l Palu, evitando pasar cerca de la fuente de Las Bruxas esa noche de viernes a sábado, porque creían que podían ser mordidos, arañados y arrastrados por las brujas (que luego les chuparían la sangre)por entre los zarzales hasta que quedasen medio muertos. Eso sí, eso no les impedía ir a la mañana siguiente a ver si quedaban restos del festín de la noche, porque contaban que las brujas cenaban manjares exquisitos.
Y para acabar: "Por encima de artos, por encima de carbayos, a la Veiga'l Palu, con todos los diablos".
Una ruta muy bonita.
Unas fotos preciosas.
Unas historias muy interesantes.
Pero...¡QUÉ MANÍA TENÉIS DE CAMINAR Y CAMINAR!
DESPUÉS OS CANSÁIS.
En fin, la nobleza de autopista os agradece que con vuestras excursiones nos déis a conocer parajes tan hermosos.
(Vaya entretenimientos que tiene la plebe...)
Marquesa: el caminar fortalece el corazón y el espíritu. La vida palaciega disipada acorta la existencia. Las intrigas de la corte avinagran el carácter, mientras que no hay lugar para ello en el aire puro y sereno de nuestras montañas.
ALTO SIL, afirma, sin ninguna duda, que el que aparece en la foto es el Trasgo y no es verdad por dos razones:
Primera, puedo aportar certificados médicos que confirman que en los días que, supongo, se ha hecho la travesía por esa ruta, yo me encontraba con gripe y fiebre.
segunda, aún en el supuesto de estar sano, puedo asegurar que mi apariencia física con 85 años, dista un rato de la figura ágil y decidida del que Maria presenta.
Gracias a todos por vuestros comentarios y un abrazo.
Da gusto internet y sus blogs: se pueden conocer todos (o casi todos) los sitios, paisajes, etc. sin tener que moverse uno de su cómodo sofá. algo de razón lleva La Marquesa... Lo demás: envidia que tenemos de los nobles, como siempre ha sido.
Por cierto en el pie de foto pone: "trasgo o alto Sil huyendo...". Algo egocéntrico este Trasgo del Cadavín. Más tragos existirán aparte de él. Pero viendo la foto, poca pinta de trasgo tiene.
Sé que no tiene nada que ver con el tema de los trasgos y demás, pero lo que acabo de leer en El País no tiene desperdicio:
"Las últimas mesas electorales en abrir esta mañana fueron las del concejo de Ibias (Asturias), por la falta de papeletas electorales. Las mesas afectadas fueron abiertas en torno a las 11.00. Según las cifras proporcionadas por el Ministerio del Interior, a las 11.39 estaban constituidas el 100% de las 59.579 mesas electorales totales de España, cerca de dos horas y media después de la apertura de los colegios electorales, a las 9.00."
Y así estamos...
Pues es posible que la noticia que aporta Bernar tenga que ver con los trasgos más de lo que pudiera parecer......... Yo diría que la falta de papeletas fue cosa de ellos (que haberlos, haylos).
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