Érase una vez un osito muy goloso que visitaba todos los años, sin faltar a su cita, el Cortín de la Casa del Roxo. En el año 2007, recién ganada la independencia de mamá osa con su añito y medio de edad, apenas dejó rastro de su presencia. Qué muros tan altos, se dijo, y optó por probar suerte en las colmenas de otro vecino que parecían más desprotegidas... Ese año, las abejitas del Roxo se salvaron por los pelos...
El año pasado, nuestro buen amigo Goloso volvió a darse un paseo por el territorio y decidió probar suerte de nuevo. Su mayor envergadura o su pericia adquirida le ayudaron a entrar en el cortín donde tras localizar el único trobo lleno lo tumbó de un manotazo sin más miramientos. O bien Goloso tomó pocas precauciones o bien las abejas estaban ya en pie de guerra. El caso es que no le dio tiempo a disfrutar de su botín. Las furiosas abejas lo persiguieron con saña y en su precipitada huída tiró media pared por encima de la puerta de acceso. La huella que dejó marcada en su retirada mostraba lo evidente: Goloso había crecido mucho; ya era un oso adulto, pero todavía no era muy listo.
Así que este año, en plena época de celo, se dio cuenta de que no sólo de frutos vive el oso y de que para correr detrás de las hembras necesitaba un poco más de aporte calórico. Con renovado entusiasmo y energía decidió volver a intentarlo la pasada semana...
Primero probó por este lado del cortín... Uy, uy, uy... la pared era bastante alta y esas piedras puestas con mala intención (las bardas) se le vinieron encima.El año pasado, nuestro buen amigo Goloso volvió a darse un paseo por el territorio y decidió probar suerte de nuevo. Su mayor envergadura o su pericia adquirida le ayudaron a entrar en el cortín donde tras localizar el único trobo lleno lo tumbó de un manotazo sin más miramientos. O bien Goloso tomó pocas precauciones o bien las abejas estaban ya en pie de guerra. El caso es que no le dio tiempo a disfrutar de su botín. Las furiosas abejas lo persiguieron con saña y en su precipitada huída tiró media pared por encima de la puerta de acceso. La huella que dejó marcada en su retirada mostraba lo evidente: Goloso había crecido mucho; ya era un oso adulto, pero todavía no era muy listo.
Así que este año, en plena época de celo, se dio cuenta de que no sólo de frutos vive el oso y de que para correr detrás de las hembras necesitaba un poco más de aporte calórico. Con renovado entusiasmo y energía decidió volver a intentarlo la pasada semana...
Pues damos la vuelta al ruedo y lo intentamos por este otro lado a ver si hay mejor suerte... pero no, tampoco.
A ver si por aquí.... Maldita sea, no dejan de caer piedras... pues paso por encima de la puerta como el año pasado y santas pascuas...
Así que, tras lograr penetrar en el cortín, uno por uno fue revisando todos los trobos. Los que estaban vacíos no le interesaban; en los que tenía duda, les quitaba sin más miramientos la losa que los tapa y echaba un vistazo; pero con los que tenían miel (y sobre todo larvas, por el gran aporte energético que suponen) se puso literalmente las botas.
Dos días por lo menos debió estar haciendo sus fechorías. Los trobos aparecieron tirados y rotos a más de 10 m del cortín. Las pocas ceras que dejó intactas lucían abandonadas en un claro del bosquecillo al que se retiró con su festín.
Y el aspecto del cortín después de la gran merienda resultaba así de desolador...
El sábado fuimos a ver las ruinas del campo de batalla... Las caretas y los trajes de protección no fueron necesarios... Ni una abeja había quedado viva para contarlo. Goloso ha seguido su periplo por el valle, quizás en dirección a Villarmeirín o a Villar de Cendias; quizás hacia esos rincones ocultos donde se esconden las osas con sus esbardos. Por Omente y Alguerdo ya pasó. A Villaoril no dudamos que volverá...
Al igual que el cartero, nuestro oso Goloso, siempre llama dos veces...
* Huellas de subida hacia el cortín... En línea recta no hay más de 20 metros.
* Detalle de una de las huellas.
5 comentarios:
Quizá haya que pedir un préstamo con usura al Marquesado de la Viña para dotar al cortín de medios de protección (pastor eléctrico, más bardas, reconstrucción del muro, etc). Como agradecimiento, se rebautizará a Goloso con el nombre que la Marquesa guste.
Por lo que se ve en las fotografías Goloso sabe muy bien lo que hace, y el problema lo tiene la casa del Roxo, que tendrá que ingeniárselas para evitar una nueva andanza.
Yo propongo dos soluciones:
1.-Dar publicidad a las aventuras de Goloso, para que Ibias se llene de turistas ansiosos por verlo y captarlo con la cámara fotográfica.
2.-Aumentar las paredes del cortín, para que en el probable caso de que lo vuelva a visitar, tenga que usar una pertiga, como los atletas, para acceder a su interior.
Creo que la idea de la publicidad puede funcionar... si hay plan, yo me apunto a la difusión.
Plataforma: no es problema de dinero.
El mayor problema que se presenta es la mano de obra que anda bastante escasa. Buenas intenciones pero a ver quién va hasta el cortín a paredar sus paredes.
Salustiano del Roxo ya levantó una parte de la pared de abajo hace casi 25 años. La Marquesa le ayudó dándole piedras durante tres largas tardes.
Manolo del Roxo reconstruyó otra parte y puso la malla verde que se ve en las fotos.
Ahora hace falta que las generaciones jóvenes del Roxo se decidan a pasar un fin de semana rehaciendo el cortín.
Yo me apunto a echar un cable y, está vez no mandaré a mis criados, iré personalmente armada de guantes (de piel vuelta, faltaría más)y con ganas de trabajar.
Si alguien se apunta, yo allí estaré.
Nota: Sería importante que alguno de los que vayan sepan paredar...
Parece que Europa se mueve:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Bruselas/sienta/banquillo/Espana/poner/peligro/oso/pardo/urogallo/elpepusoc/20090625elpepusoc_16/Tes
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