Hace unos años visité las ruinas mayas de Bonampak y Yatxchilan, dos yacimientos escondidos en lo más profundo de la selva chiapaneca. Buceando en mi mente, sin necesidad de recurrir a las fotos, recuerdo la dificultad del acceso, el intenso color verde que lo envolvía todo, los monos aulladores que nos tiraban fruta desde los árboles, las ruinas de piedra medio devoradas por la vegetación, unas maravillosas pinturas al fresco que habían sobrevivido durante siglos en un punto de lo más recóndito; un laberinto lleno de murciélagos y alguna tarántula acechando…
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Pues al hecho de que, de alguna manera, al ver las fotos de la Capilla de la Santa Cruz de Busante, mi cerebro ha establecido una conexión con aquellas otras: Un pueblo perdido en uno de los concejos más remotos de Asturias; un intenso color verde que lo envuelve todo; un suelo empedrado que ha envejecido con gran dignidad; unas pinturas al fresco que emocionan por su simpleza y humildad; murciélagos, arañas… y para que el símil fuera perfecto, necesitaría unos monos aulladores. Quizás algún lobo se preste al juego…
La Capilla de la Santa Cruz de Busante es, sin lugar a dudas, un espacio lleno de misterio. De planta rectangular y cubierta a dos aguas, el aspecto más sobresaliente por el exterior es la espadaña de piedra rematada con un frontón triangular. Aunque hace décadas que no se utiliza para fines eclesiásticos, queda en ella una atmósfera sagrada que invita al silencio y a la reflexión.
En el interior, el retablo conserva una bella decoración realizada con pinturas de marcado carácter popular, en las que predominan los colores rojo y amarillo. La famosa Santa Cruz hace años que desapareció y sólo quedan, como restos de un naufragio, un pequeño crucifijo roto, unas alas que pertenecerían al Ángel de la Guarda, y una cabeza que, según los vecinos, fue tallada sobre un cepo de uz (raíz de brezo) por un anónimo escultor de la Casa de Domingo.
9 comentarios:
Y lo triste es que los años irán pasando y todo seguirá tal y como está a no ser que un mecenas le de por ayudar a restaurar estas pequeñas joyas que van quedando casi olvidadas...
Veremos si entra en el presupuesto del Marquesado.
A lo mejor resulta rentable invertir por esas tierras lejanas.
A ver si empiezan los hechos y no sólo las palabras, como alguna noble que hay por ahí.
Pardiez, ¡Lord Jameson leyendo este blog! Cuánto honor volver a saber de vos tras tangos años en el exilio.
Yo le invito a recorrer las tierras del Lejano Oeste y financiar varias de las obras con su rica herencia.
me encanta esta serie, maria, enhorabuena.
mr. blue
Todo un honor señora Marquesa. Esta tierra tiene que empezar a tener cierto aire de nobleza.
Algún día discutiremos lo de la financiación de las obras a la hora del té.
¡Uff¡ con tanta nobleza el lejano oeste parece Versalles.Menos voseos y pardieces y mas incar el hombro que los nobles gastan todas sus energias(que no su dinero)en zalamerias.La ultima vez que le reconstruyeron el tejado tenia yo 4 años,y fueron los vecinos del pueblo(mi abuelo entre de ellos)y con su propio dinero,asi que ahora como para esperar por la nobleza.Mejor lo hacen ellos mismos o esperan sentados que ya era poco un noble...con dos apaga y vamonos.
Un saludo
uhm.... llegan hasta aquí los olores.
Probablemente una humedad azucarada. ¿Pertenece esta capilla al arzobispado? si es así, les tocará a los nietos de quienes pusieron el tejado hacer algo. Si estoy por la zona contad conmigo.
Lastima eminosuke que el nieto no sea del mismo pueblo que el abuelo.Tengo suficiente con intentar por todos los medios que arreglen la del mio,que esta no como esa,si no aun peor.
Un saludo.
A la nobleza siempre le gusto ver cómo el pueblo trabaja...
A trabajar, Chapras, que empiezas a hablar y se te va el tiempo para podar la figal.
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