jueves, 29 de octubre de 2009

POR CIEN DUCADOS DE VELLÓN...

Cuando hace dos siglos y medio mi antepasado Don Santiago Sal de Rellán, hombre de abultada fortuna para la época, decidió pedirle la mano de su hija Theresa a Don Bartolomé Buelta y Lorenzana, vecino de Taladrid, acordaron que éste último dotaría a su hija con 1.000 Ducados de Vellón (que vendrían a equivaler actualmente a unos 180.000 Euros, osea 30 millones de pesetas).

Gracias a las escrituras que obran en nuestro poder, sabemos cómo se materializó dicho pago: parte en efectivo y parte en especie, con distintos censos (o arrendamientos) en varios pueblos de Ibias; una cabaña de ganado vacuno de siete cabezas y EL SOTO DE CASTAÑALES DE LA REGUEIRA DEL TRABANCO en precio de CIEN DUCADOS. Un cálculo aproximado nos lleva al quid del tema de hoy: casi tres millones de pesetas costaba por aquel entonces un soto de castaños.



Algunas casas no poseían sotos y, en este caso, los llevaban en renta, a medias o a tercios con los dueños. En estos dos últimos casos, el llevador tenía que dar la parte acordada al propietario del soto, además de limpiar el monte y recoger el fruto. Asimismo podía recoger la hoja y las ramas muertas. El propietario, por su parte era dueño de la madera. Los sotos y por ende, los castaños, se utilizaban pues como moneda de cambio y figuran en documentos de dotes, de herencias y de arriendos.

En documento de 1895, Don Domingo Sal de Rellán acuerda arrendar a Don Domingo Pérez, de Villarmeirín, "ventidós pies de castañales de dar por el término de cuatro cosechas, por una renta anual de cuarenta y seis S. y dos jornales de labor en las viñas más un jornal de segar en la hierba seca".

La castaña constituía entonces en Ibias una parte primordial de la alimentación. Patatas, Pan y Castañas. Trío básico que garantizaba no pasar hambre durante el largo invierno. Durante meses las familias cenaban castañas cocidas con leche alternado con as papas y os cachelos. Ni una castaña quedaba entonces abandonada a su suerte. Las mejores se reservaban para consumo humano y con las otras se engordaba a los cerdos.



En octubre comenzaba la recolección. Algunas familias más pudientes contrataban a jornaleros. La Señora Adela, de Casa Pascualón de El Bao, recuerda cómo en su juventud trabajaba de sol a sol para la Casa de Buelta recogiendo castañas en los sotos por dos reales al día. Las castañas se recogían con la ayuda de os fustes y las que no se llevaban a casa porque todavía no se habían soltado del ourizo, se almacenaban durante unos meses cubiertas de ramas y hojas en las CORRIPAS, construcciones de piedra con muros en forma circular que se pueden ver bajo los sotos de castaños. En diciembre o enero se sacaban los ourizos de la corripa, para lo cual los hombres iban pisándolos con las abarcas para debullarlos y las mujeres, iban seleccionando y recogiendo las castañas para los pesos.

Hoy en día, las pocas familias que habitan en la zona, no recogen más que algún cesto de castañas a modo testimonial. La mayor parte de ellas quedan tiradas por los caminos sin que nadie les preste demasiada atención. Afortunadamente, este exceso de producción no será en balde. Osos y jabalíes se aprovechan de esta favorable situación que les proporciona una amplia despensa de frutos secos con los que alimentarse durante los fríos meses que se avecinan…

Ante esta situación, me pregunto quién pagaría hoy en día 18.000 Euros por un soto de siete u ocho castaños…

14 comentarios:

El Bandido de Tormaleo dijo...

Déjate, déjate...
Nunca se sabe cuando tendrás que echar mano a lo que nos da la tierra. Hoy en día parece que no le damos importancia a unas castañas, a unas patatas, a lo que sea. "Total, por unos euros los tienes en la tienda". Eso es lo que se dice. Pero ponte en una mala, que la crisis fuera crisis de verdad, ya te diría yo si unos árboles, un trozo de tierra para sembrar, unas castañas por el suelo, etc., empezaban a adquirir el valor que no tienen o que no apreciamos tanto como antes.
No apreciamos las cosas hasta que nos faltan. Antes, quien tenía tierras era el rico, como La Marquesa; quien podía sacar de la tierra producto para que trabajaran para él, a cambio de unas patatas para comer. Esperemos no llegar a tal situación, pero los que la vivieron, saben que la riqueza está en la tierra.

Milio'i Sebastián dijo...

Antepasados dignos de un marquesado, dotes principescas, escudo de armas en la casona... !no sé cómo te mezclas con la vulgar plebe! Muy interesante la exposición indirecta de dos conceptos: valor y precio.

La Marquesa dijo...

Si es lo que yo digo: Esta juventud esta "refalfiada".
Ya no se aprecia nada.
Como decía mi abuela: "Tendrían que venir 40 días de fame, no más"
¡Y cuánta razón tenía!
Antes los sirvientes me mantenían la finca limpia y cuidada a cambio de que les dejara coger las manzanas caídas al suelo.
Ahora quieren cobrar por su trabajo y las manzanas las come el ganado...¡40 días de fame, no más!

Sancho Panza dijo...

El castaño. Ese árbol que tantos bienes nos aporta: su madera noble, su sombra, su protección y más alla de eso, su fruto.
¡Bendita castaña! Menudas panzadas nos pegamos de castañas asadas, castañas cocidas, castañas en almibar, puré de castañas, pote de castañas, castañas al vino.
Me está entrando hambre.

La Marquesa dijo...

Por cierto, tiene que ver con las castañas:
La foto de Lord Jameson es de tiempos de Mari Castaña.
Ya vos vale. Hay que aceptar el paso de los años con dignidad

Lord Jameson dijo...

Gracias Marquesa. Si al final, la nobleza está condenada a entenderse.

Anónimo dijo...

Y qué decir de la forma ancestral de transmitir de generación en generación las caserías.
María, háblanos de los Meirazos/as.
Muchos lo considerarán injusto, pero en mi opinión, se hacía por algo, ¿verdad?

El chapras dijo...

Lo de los Meirazos puedo decirtelo yo, anonimo.Se hacia,primero para no dividir la caseria,normalmente tenian muchos hijos,si la repartian a partes iguales tocaban a muy poco,y se desmembraba la propiedad.Por otro lado el meirazo/a se casaba con otro meirazo/a que aportaba la dote muchas veces en tierras,lo que hacia la caseria mas grande.
Seña Marquesa,usted como siempre,evoluciona solo para lo que le conviene.Para dar ejemplo empiece vuesa merced por pasar los 40 dias de fame.Vera que figura le queda sin tener que machacarse en el gimnasio.

La Marquesa dijo...

Estoy de acuerdo con anónimo.
Dicen que "Casa repartida, casa caída".
Así que más valía dejár un todo al meirazo.
O, en mi caso, que al ser Marquesa única, lo heredé todo.

El Trasgo del Cadavín dijo...

Qué grande es la diferencia de unas épocas a otras:
Nos relata María, la importancia de los castaños y sin ir tan lejos, en mi juventud, tal era el control que se tenía sobre su producción, que cuando empezaba el "destelo", se coutaban os soutos varios dìas, para que nadie pudiese coger las castañas de los demás.
Hoy en nuestros pueblos, apenas se recogen unas pocas para comer asadas o cocidas.
L a madera de castaño ha perdido todo su valor y se sustituye por maderas tropicales. A un pariente mío, la ampliación de una carretera, le ha llevado por delante medio soto de castaños y le daba un maderista 70 €. por todo. Como veis su destino final, hoy, es el fuego de la cocina.
Por un pouco...

El chapras dijo...

Sin embargo, si vamos a comprar las castañas o un mueble de castaño nos lo cobran a precio de oro.
Volviendo al tema de los "meirazos",como dice la Señora Marquesa "casa repartida casa cida",pero a la larga no siempre salian bien parados.Normalmente los desheredados se tenian que marchar,al cabo de pocos años vilvian de vacaciones, con sus hijos,su mujer y su coche.Mientras el meirazo seguia con los mismos pantalones de pana remendados y 3 o4 hijos que mantener.Y lo peor en algunos casos, no en todos,llegaban cargados de chucherias como si fueran a visitar una tribu perdida de Africa, cuando se marchaban iban cargados de jamones.
Asi que no se hasta donde merecia la pena ser meirazo,salvo raras excepciones al final era el que peor vivia de toda la familia.
La mayoria de los Indianos que regresaron ricos eran segundones de una caseria.

MARIA I. dijo...

Me hago un lio con los castaños de la Marquesa y los años de Lord Jameson jajajjaja
A mi me obligaban a ir a cuidar el souto...la "terra negra" en concreto y nos despertaban con el frio que hacia antes del amanecer sobre todo si era una noche de aire y no me gustaba nada por que terninaba regañando con algún niño.... siempre lo recuerdo como algo muy nefasto, yo lo que quería era ir con todos los demás niños a robar castañas
También oí hablar del tema de la herencia de castaños pues nosotros teníamos castaños en Taladrid de la herencia de mi abuela que a su vez eran herencia de su madre

Anónimo dijo...

Estoy completamente de acuerdo con El Chapras.
Y puedo añadir que ahí tiene su origen el abandono de los pueblos y la pérdida de valor de nuestras tierras: trabajo duro y poco provecho ("ésto nun vale nada"). Toda la vida con el pantalón remendado y la tierra debajo de las uñas y las manos de agarrar el escabón y el rodo y ... llenas de callos y torpes para otra cosa que no sea el duro trabajo del terruño. ¿Vacaciones? y ¿éso que es?, conducir un coche, comodidades, y un largo etc. Por no decir el poco prestigio que tenía lo rural, con sus chistes de "paletos" por ejemplo.
Quizás, yo lo vea así, porque al igual que el Chapras, somos hijos de los "ültimos Meirazos", y formamos parte de una "generación puente".

El chapras dijo...

Si,anonimo,quiza seamos la generacion puente.Esperemos no tner que arrepentirnos como dice el Bandido.
Un saludo