¿Por mentirosilla...? En la Villa y "corte" también hay nieve, pero poca. Aunque lo que no falta es un frío polar(se ve que aquí el grajo vuela muy bajo).
Una imagen muy bucólica, pero a mí, querida María, la nieve no me gusta nada y sólo me trae recuerdos de mis años mozos nada agradables: En aquellos tiempos en Ibias, las ropas que teníamos eran pesadas y quitaban poco el frío y el calzado, ¿ Qué quieres que te diga? Botas de material, bien engrasadas de sebo, las tenían 4 en la parroquia: Natal y Suarez en el Villar, Alejandro de Buelta en Taladriz, Capellán en Villarmeirin, Salustiano en Villaoril y pocos más. Las madreñas para la nieve, ya me dirás. A veces teníamos que atarlas con brincallos de palla, para que no nos cayesen. Los sabañones en las manos y en los pies eran monumentales. Quizá no lo creais, pero un sitio medianamente acogedor y de tertulia solía ser la cuadra de las vacas. El humo de la cocina, hasta que no prendían bien os torgos y la leña, era insoportable. Parecíamos chorizos Yo, ahora, en mi piso de Gijón, con buena calefación, buen sofá y este artilugio que me lleva desde las playas de Bora Bora, a las nieves del Himalaya sin despeinarme, hasta disfruto un poco del muñeco con nariz de zanahoria. Un abrazo.
Desde luego, Trasgo... Qué bonita es la nieve cuando no se sufren las consecuencias. Al menos tú puedes contar esas experiencias que los más jóvenes (y afortunados?) no hemos tenido la posibilidad de vivir.
5 comentarios:
¡María! ¡Qué cambiada estás! Parece que el frío de este fin de semana te ha alterado el cutis.
Qué va, hombre! El frío conserva el cutis. Lo peor es que me ha crecido la nariz...
Qué tal va la cosa por la capital del reino?
¿Por mentirosilla...? En la Villa y "corte" también hay nieve, pero poca. Aunque lo que no falta es un frío polar(se ve que aquí el grajo vuela muy bajo).
Una imagen muy bucólica, pero a mí, querida María, la nieve no me gusta nada y sólo me trae recuerdos de mis años mozos nada agradables:
En aquellos tiempos en Ibias, las ropas que teníamos eran pesadas y quitaban poco el frío y el calzado, ¿ Qué quieres que te diga? Botas de material, bien engrasadas de sebo, las tenían 4 en la parroquia: Natal y Suarez en el Villar, Alejandro de Buelta en Taladriz, Capellán en Villarmeirin, Salustiano en Villaoril y pocos más. Las madreñas para la nieve, ya me dirás. A veces teníamos que atarlas con brincallos de palla, para que no nos cayesen. Los sabañones en las manos y en los pies eran monumentales. Quizá no lo creais, pero un sitio medianamente acogedor y de tertulia solía ser la cuadra de las vacas. El humo de la cocina, hasta que no prendían bien os torgos y la leña, era insoportable. Parecíamos chorizos
Yo, ahora, en mi piso de Gijón, con buena calefación, buen sofá y este artilugio que me lleva desde las playas de Bora Bora, a las nieves del Himalaya sin despeinarme, hasta disfruto un poco del muñeco con nariz de zanahoria.
Un abrazo.
Desde luego, Trasgo... Qué bonita es la nieve cuando no se sufren las consecuencias. Al menos tú puedes contar esas experiencias que los más jóvenes (y afortunados?) no hemos tenido la posibilidad de vivir.
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