viernes, 5 de marzo de 2010

IVÁN, VERA Y PELUSITO

Pelusito es un gato silvestre. Tiene un ojo de cada color y dos niños que son sus amigos. La niña se llama Vera, es rubia y tiene seis años. El niño se llama Iván, es moreno y tiene nueve. Si Pelusito fuera humano se estaría preguntando todo el día cómo se puede querer a dos niños a la vez y no estar loco... pero Pelusito tiene la suerte de ser un felino, así que no se preocupa por esas tonterías y disfruta de la compañía de sus dos amigos por igual.

Vera es un torbellino, más silvestre que los gatos: corre, trepa a los árboles, salta escalones de tres en tres, hace equilibrios imposibles en la barandilla, se descuelga del columpio como un mono, repta bajo los arbustos espinosos sin miedo a pincharse y consigue salir de cualquier travesura indemne y con una sonrisa que deja ver el hueco de los cuatro dientes que se le han caído de forma simultánea… quién sabe si ha sido una estrategia para lograr atrapar al Ratoncito Pérez.




Iván es de naturaleza tranquila, es cariñoso y reflexivo, tiene los ojos muy grandes y expresivos y las manos sucias de tanto acariciar a Pelusito y a los otros seis gatos silvestres que merodean por su propiedad. Iván intercede a su favor y los protege ante los descabellados juegos que inventa su hermana, haciendo de sus brazos el refugio preferido donde hallan una tregua tras el paso del huracán Vera.



Iván me conduce con cuidado entre los matorrales para que descubra uno de los secretos del mundo que rodea su casita: el perro encantado que se oculta en una gran roca. Vera corretea detrás de un abejorro y tiene tiempo para dar mil vueltas a nuestro alrededor y prevenirme ante un agujero en el suelo que puede hacerme caer. Iván coge una flor para ponérsela en el pelo a su madre. Vera ya ha hecho un ramillete y va en busca de un vaso para colocarlo. Iván ayuda a preparar las hamburguesas mientras Vera ya se ha comido la fuente entera de patatas recién fritas y la grasa le resbala por la cara…

Iván y Vera viven en un pueblecito minúsculo en una de las comarcas más bellas de España: la comarca de la Vera, en Cáceres. Sus padres, Inma y Rafa, han dejado la ciudad para que sus hijos crezcan en un ambiente sano y rural: en un mundo sin prisas y lleno de misterios que resolver. Iván y Vera van al colegio y disfrutan de los mismos privilegios que otros niños de su edad, pero además tienen la fortuna de mantener una relación de tú a tú con la naturaleza, con las plantas y flores que rodean su casa, y sobre todo, con los animales. No sólo con Pelusito y los demás gatos, sino también con la impetuosa yegua Luci, que se vuelve mansa como un cordero para permitir que Iván y Vera se suban sobre su lomo.



Ibias no es la comarca de la Vera, pero confío en que pronto llegue a serlo. Tengo el convencimiento de que únicamente de la mano de niños como Iván y Vera; de gente sencilla, como Inma y Rafa; como Isabel y Ángel; como Kike y Pilar, que han apostado por la vuelta al mundo rural, a la naturaleza sin artificios, a lo sencillo y realmente valioso, acabaremos descubriendo y convenciéndonos de que existe una vida alternativa a la carrera sin sentido en la que nos encontramos inmersos en las ciudades.

Pelusito me ha hecho entender que se puede querer vivir con menos... y no estar loco!



Mil gracias a Pilar, a Kike, a Isabel, a Ángel, a Inma y a Rafa por su hospitalidad...
Mil perdones a Vera y a Iván porque seguro que este gato no era Pelusito.
Es lo que tenemos los adultos: que no prestamos atención a las cosas importantes...

9 comentarios:

El Bao dijo...

Muy guapo y me quedo con "es lo que tienemos los mayores no prestamos atención a las cosas importantes"

Milio'i Sebastián dijo...

!menos es más!

Carlos de Sebastián dijo...

Allá en el pueblo, como en la ciudad, se debe vivir con lo mínimo para no volverse loco. Loco de avaricia, loco de envidía, loco de atar.

gavilan poyero dijo...

En los pueblos, se vive con menos, porque se puede vivir con menos ( cosas materiales) a cambio, vives com muchas más otras cosas ( epirituales, personales, familiares vecinales....)

Las ciudades embrutecen al personal, nos aislan del vecino, nos vuelve desconfiados y terminamos queriendo tener, ( cosas, cualquier cosa ) para llenar el vacio que tenemos.
Por el contrario, el aislamiento del medio rural, paradójicamente te llena de soledad, de paisajes de vecinos a quien conocer y ayudar, de pequeñas sque hacer porque no vienen hechas.... te llenan de esperas, de encuentros, de recuerdos.

Yo, cuando estoy en Ibias, no veo ni la televisión, no la necesito para hacer ruido como en la casa de la ciudad, Ibias ya tiene sus sonidos propios, su abnda sonora que llena el vivir diario, apenas la radio al llegar la hora de dormir para no desconectar totalmente del mundanal ruido y conocer las noticias del mundo que en Ibias, queda muy lejos.

Por oro lado, La vera, a la vera de Gredos, tiene muchas semejanzas con Ibias, pero tambien tiene una gran diferencia, que jauega en cotra /favor de Ibias, está mucho mejor comunicada con accesos mucho más sencillos.

Aún así, yo me quedo con Ibias, es aún mucho mas rural y está mucho más alejada temporalmete de la vida moderna, que nos atonta a tantos.

Salu2

Alexandre Calderaro dijo...

Muy sencillo y bonito el post.
Me hace recordar muchas cosas, principalmente del camino.
Yo me pregunto muchas vezes que estoy haciendo en grandes ciudades, principalmente las que he vivido hasta ora. Claro que yo tendria que tener una grande dosis de coraje para cambiar todo...

La Marquesa dijo...

Siempre lo he dicho yo: "no sé qué haceis viviendo en la ciudad"
En el campo, se disfruta hasta de la lluvia que es cuando todos los caracoles empiezan a salir de sus agujeros para poder refrescarse; se disfruta de ver pasar una lechuza por encima de tu cabeza mientras cuelgas la ropa en un tendal mirando el río; se disfruta de la poca iluminación nocturna...
Pero bueno, los de ciudad, nunca lo entenderéis...
Marquesa, pero de campo, no de ciudad.

El chapras dijo...

Increíble,la Seña Marquesa tendiendo la ropa,mirando los caracoles y las lechuzas,me deja Vuecencia asombrado,eso estaria bien para mi,que soy mas de pueblo que la boina con pico,pero ¿su Excelencia?.No sufriria un golpe en la cabeza estos dias,¿verdad?.

Noelia dijo...

Yo puedo sentirme afortunada, por elección personal decidimos establecernos en Degaña y poder disfrutar de la tranquilidad que nos ofrecía.

Además, en la ciudad no te para el panadero en la puerta de casa, ni el pescadero, ni el frutero, ni el butano... aquí todo esto lo puedes hacer en zapatillas.
¿Que quieres una TV o una lavadora?, pues te vas a Martín, que en 10m2 puedes encontrar lo inimaginable. Para el resto tenemos internet donde tienes todo tipo de tiendas en las que mercar y mientras lo haces estás comodamente sentado en el sofá escuchando... nada...
Marquesa, el que vale,vale, veo que tú no vives en "el pueblo" sino en "el campo".
María, muy tierna la entrada, gatitos y niños...no sabes tú ná.

Sr. Hessen dijo...

Hola, bonos días: Como dicían los minimalistas "menos es más" y en Ibias ya Degaña pue dase esa circunstancia,..., si nun miras pa... Un saludín dende la capital de no sé que...