miércoles, 4 de enero de 2012

VIAJE EN EL TIEMPO (I): SISTERNA

Comenzamos hoy un viaje en el tiempo, que nos llevará a traves de sucesivos capítulos por los pueblos de Ibias que recorrió Luciano Castañón en el año 1965, y que dejó reflejados, desde su particular óptica, en la obra RUTA: SUROESTE DE ASTURIAS, donde también ocupan un lugar importante los concejos de Cangas del Narcea y Degaña. Nos limitaremos aquí a nuestro concejo, comenzando, cómo no, por Sisterna...¡Qué ustedes lo disfruten!


Sisterna es el primer pueblo por esta parte -ya queda atrás Degaña- perteneciente al concejo de Ibias. Enseguida encuentro a la derecha del camino una casa, que está a la entrada del pueblo, y allí hablo con Domingo "el Manco", apodo que le viene de su padre, pues en él campean por suerte ambos brazos, aunque ciertamente no haga ante mí excesivamente uso de ellos. Pese a tener fama de sabedor de cosas, nada me cuenta, resultando vana su buena disposición para informarme de cosas folklóricas; no sé por qué, parece sorprendido, y como aturdido; Domingo era, hasta hace algún tiempo, el único en el pueblo que disponía de torno para hacer cacharros de madera, y ya tampoco los tiene. Los hombres de estos tres pueblos, casi juntos: Tablado, Sisterna y El Bao, se dedicaron durante muchos años a hacer "cuencos" de madera; antes se desplazaban a otras tierras, preferentemente al sur de España, permaneciendo ausentes desde Septiembre a Mayo mientras hacían y vendían tales "cuencos", o sea: platos, escudillas, fuentes, etc. Ratoneando en la historia se comprueba como Estrabón afirma que los astures, como los celtas, tenían como bebida el agua que usaban en cuencos de madera. El bueno de Domingo me dice que, actualmente, solo Valdovino tiene en el pueblo de El Bao un torno; luego me muestra algunos de sus caseros "cuencos", -"cunqueiros", por su artesano oficio, es el apodo de los habitantes de los tres pueblos citados-, pero que a causa del uso cotidiano ya están restañados con hojalatas; dentro de la vivienda semivista, semiveo un matrimonio joven que no intentó participar en nuestra conversación. Dejo al hombre, de lentos reflejos o quizás acusador de inhibitorios temores.

Me adentro en el pueblo de Sisterna. Por su zona bajera se ve la nueva carretera que conducirá al repetido Tormaleo, donde existen importantes yacimientos mineros. Antes de salir del pueblo quiero visitar la iglesia y, aprovechando esta circunstancia, charlar con la mujer anciana que me da la llave. La iglesia está medio derruída; su patrono es San Bartolomé, así consta epigráficamente en el dintel pétreo, aunque no entera o fácilmente legible; noto que las espadañas de estas iglesias son de carácter distinto a las de otras zonas asturianas. Me llama también la atención, ya en la calle, una cosa tan insignificante como la cerrajería que sujeta los picaportes de las puertas; todos los hierros poseen un dibujo distinto, y casi seguro que actualmente ya no se construyen. Mi circunstancial estancia provoca un pequeño corro, que no tarda en desparramarse. Alguien cita personas de Sisterna que viven en mi ciudad, ¿las conozco?. Ellos son sus parientes; proporciona como una eclosión de orgullo el tener familiares en alguna capital.

5 comentarios:

Xastre dijo...

Interesante libro el de Luciano Castañón por las descripciones que hace de los lugares y las anécdotas que cuenta sobre costumbres y personajes. Aunque la (relativa) rapidez de su viaje no le permite entrar en detalles.
Y tengo la impresión de que el viaje en el tiempo lo hice ayer leyendo la entrada de mañana...

María del Roxo dijo...

¿Korsakoff?

Xastre dijo...

¿Rimski? Es que después de beber no distingo una música de otra...

Milio'i Sebastián dijo...

En su viaje, Degaña no sale bien parada.. solo recordar su frase: "a Degaña lo veo mísero y valetudinario". El relato es por lo demás interesante porque podemos ver lo que hemos cambiado en pocos años, especialmente en cuanto a comunicaciones: para llegar de Cangas a Degaña utiliza tres autocares... Mucho más lírico con L.larón y la Viliel.la: " Densa paz se presagia en los hundidos poblados que bostezan dentro del vago atardecer, como acogidos con temor a los declives de las mudas y no fructíferas montañas".

Carlos de Sebastián dijo...

Alguno de esos parientes que vivían en su ciudad podían ser de la familia del marqués de Ibias.

L Castañón también fue jugador de fútbol en el Sporting y en el Cádiz.