sábado, 2 de marzo de 2013

TRAUMAS INFANTILES



Cuando mis hermanos y yo éramos pequeños, mi abuelo Salustiano forró el bajo de un sofá roto con uno de nuestros flotadores en forma de delfín, que estaba pinchado. Cómo descubrimos aquel horrendo crimen, no lo recuerdo, la verdad. Y tampoco recuerdo que hubiéramos echado de menos a nuestro viejo delfín hasta que mi hermano descubrió su triste ojo mirándonos desde debajo del sillón.

Hoy, primer día primaveral después de un largo-larguísimo invierno, me he encontrado a esta niña-rehén y me he acordado de pronto de la historia del delfín. Yo me pregunto qué pensarán los niños de la casa cuando ven a su muñeca atada y amordazada a expensas de los picotazos de aves e insectos varios. ¿Les quedará un trauma como a mí? 

Pero el caso no es aislado y se reproduce con profusión por todo El Lejano Oeste e, incluso más allá de nuestras fronteras. ¿Será contagioso el sadismo?







3 comentarios:

Xastre dijo...

Deben de formar parte del ritual de alguna secta satánica, que en esa zona hay alguna que otra bruja...

El chapras dijo...

Ja,ja,no Xastre la explicación es mas sencilla, antiguamente sacrificábamos un forastero, preferiblemente de los concejos vecinos, en pueblos remotos de la reserva principalmente( para que te hagas una idea por donde van los tiros), se hacia una incursión y se secuestraba el susodicho, pero como ahora hay la mala costumbre de que te metan en la cárcel por una cosa tan normal,quieren acabar con todas las tradiciones,pues lo hacemos con muñecos.

IRM dijo...

Ostras... si que da miedo, sí...