Otra vez otro llamado "Reguero de los Molinos", con varios de estos al borde del camino. Antes de llegar a tales regueros siempre se produce un acentuado desnivel acompañado de curvas que tapian el futuro camino, inquietando por el desconcierto que originan en cuanto a las ignoradas distancias del itinerario, o al paisaje que se te hunde a la vez que la senda por la que caminas.
Y llego a Omente, el pueblo de Omente que está en un alto. Omente se sitúa frente a Villarín. Omente es un lugar "donde Cristo dio las tres voces y nadie lo oyó". Omente me mostró unas mujeres luctuosas, flacas y de piel resecamente oscura. En Omente vi un hombre que tal parecía -por su cabeza, sus ojos, su ropa, su facha toda- salido -minutos antes- del más duro y abandonado presidio. Ascendí al pueblo atajando el camino por unos desniveles, incluso agarrándome a hierbajos, tierra y raíces de árboles que descarnaban el terreno. Visito una paupérrima capilla que nadie guarda. Hay en ella un exvoto -es un pie de cera con los dedos rotos- que tiene atado a él un papel -como amarrado al brocal de un garrafón- en el que se lee -escrito a lápiz-: "Antonio Méndez Cecos". En el altar, algunas escenas de San Antonio, con fechas y frases; también flores, flores y ramas resecas dentro de farmacéuticos y coloreados frascos, dice uno: "Citrato de Magnesia Bishop", y otro: "Docteur Pinard", y ambos frascos con sus golletes cuajados de lágrimas de cera.
Por mi deseo de hablar con alguien, pregunto por el alcalde; me dicen que el encargado, el que hace de alcalde, se llama por estos pueblos "vistor" o "visor". Una queja de las gentes de este pueblo -lamento común de todos los anteriores-, es que no existe en ellos juventud, ya que los jóvenes, en cuanto les es posible, se van lejos, huyendo del ahogo y la escasez económica a que se verán abocados permaneciendo en tales desesperanzadores pueblos.
Como cosa curiosa existen en Omente unos diez lagares; digo curiosa porque esta es otra cara de la Asturias ignorada; no serán muchos los que conozcan esta condición vinícola de tal zona, pues los más la limitan a la de Cangas. Entre las casas de Omente -como antes en Villardecencias y luego en Alguerdo- se ven parras formando a veces tupidos palios; por las afueras del pueblo algunas viñas, y contrastando con este y otros verdores, las recién segadas tierras de centeno por las que languidece el regaño comunitario.
Hago amistad con Lázaro. Es de Villarín -pueblo que nos da cara en la otra vertiente del río Ibias-, pero casó en Omente; tiene tienda y taberna, y luego me irá descubriendo sus plurales personalidades. Me saca fotografía al lado de la escuela, en compañía de un hijo suyo y otro muchacho que por allí pasaba. Visito su casa -medio en construcción- donde refresco la garganta. Como estoy escarmentado en cuanto a pérdidas, logro su promesa de que me acompañará durante un trecho. Primero visitamos la capilla de San Juan, en las afueras del pueblo, pero donde -se dice- estuvo situado el verdadero Omente antiguamente; un lugar, por debajo de la capilla, se llama Omente, y el patrón del pueblo es San Juan; estas coincidencias pueden indicar que el pueblo sufrió algún desplazamiento, hecho que sería necesario estudiar por sospecharse -vox populi-. Lázaro, pese a su juventud, tiene ya mucha "vida vivida". Ahora suele comprar manteca por pueblos de alrededor, y lo lleva semanalmente a Cangas -yendo por Cecos-, luego trae de allí medicinas, mercancía para su tienda, cumpliendo a la vez otros muchos encargos que le hacen: ir al juzgado, al notario, al ayuntamiento, etc. Referente a la manteca, se dice en esta zona aludiendo a otro pueblo gallego y también a las consecuencias del despilfarro o el no ser prevenido:
Santas Martas de Ortigueira,
a muyer que come a nata
non pode xuntar manteiga
Hace también Lázaro de practicante en los pueblos cercanos; practicante casi obligado; un médico vio en él al más curioso, y casi le impuso tal labor; además hay que tener en cuenta que por lo apartado que está el pueblo "no hay practicante que vaya hasta allí"; Lázaro no tiene interés particular en realizar curas y demás, ante la posibilidad, por otra parte, de cualquier problemática complicación, pero la gente necesita de unos servicios, y más que intrusismo, es un favor el cumplirlos. Resulta que Lázaro es un cazador de siempre; conoce el bosque de Muniellos al dedillo, y en cierta ocasción mató un oso de veintidós arrobas. La coas se produjo así: Vió al oso; ató al perro -para que no levantase la presa- dejando al lado del perro la gorra y la merienda -detalle cuidadoso, pues así el perro comprendería que el amo no se iría lejos-; se desplazó por un terreno superior de donde el oso estaba, con cierto temor, desde luego; pero el oso lo vio y comenzó a avanzar hacia él; Lázaro apuntó y disparó con tanta certeza que fue suficiente un solo disparo para que el oso rodara entre el arbolado. El tiro, puntualiza el cazador, "separó corazón y pulmones". Con miedo, Lázaro fue a buscar a su padre, y le dijo que había matado un oso, pero el padre no se lo cree. Van hacia el lugar en que la fiera "debe" de estar -aunque escondido entre el arbolado-; echan al perro por delante; sus ladridos delatan y localizan el punto donde se encuentra aquel; recelosos, se aproximan los hombres apuntando, pero encuentran al oso muerto y bien muerto. Lo primero que hacen es avisar a la guardia civil, porque todo ha de ser y estar en regla; ellos tienen licencia, por supuesto, y además el oso no fue matado dentro de un coto y sí en defensa propia. Una vez enterados los vecinos del pueblo de lo acontecido, van en comitiva a por el animal; son diez los que cargan con su peso y barrunto el transporte como algo más cómico que las consecuencias positivas de un safari. Antes de desplazarse a por el animal se organiza una merienda: un jamón y lo demás como complemento. Los días sucesivos, hay y se vende carne de oso para comer, sin embargo la grasa ha de vendese por pueblos cercanos -se la considera con propiedades terapéuticas para el reuma y heridas del ganado-; la piel le produjo al cazador cinco mil pesetas. Además de este oso, Lázaro mató ya corzos, rebecos y lobos; y las pieles de los animales dañinos cazados por Lázaro, solía éste regalarlas a otros vecinos, para que así ellos disfrutaran de los posibles obsequios que les hicieran al mostrarlas por los demás pueblos del contorno. Él tiene distintas pieles por las paredes de su casa. Llega la hora de separarnos, de abandonar su charla amenísima por lo diversa, sin presunción. El camino está claro y no cabe pérdida posible.
Queda atrás Omente encumbrado, adherido como lapa en la ladera que conduce a otro pueblo más alto aún -La Brañota-, izándose por encima las cumbres de El Portolín y el Pico de Valladeira. Llevo de Omente una aplastada impresión y me hubiera gustado permanecer más tiempo allí para rechazarla. Dicen los de otros pueblos: "Pasaremos por Omente, cuando sea conveniente", y también: "Los de Omente, mazaleite", sin embargo el apodo de los vecinos de tal pueblo es "pucheiros", y para otros: "bardíos" o "bardinos".
(*) Extracto de "Ruta: Suroeste de Asturias" por Luciano Castañón. 1965.
4 comentarios:
Me maravilla la descripción de un tiempo perdido, de un pueblo con vida: los campos recién segados, algunas viñas, un bar-tienda abierto, una ermita todavía en pie,niños, gente por doquier, ... A pesar de su sarcasmo y de que no salimos muy bien parados, se agradece este testimonio escrito de aquellos años.
Comete algunos errores: por ejemplo Lázaro, Amador, era oriundo de El Corralín y no de Villarín. Por otro lado, yo nunca he oído de la existencia de un pueblo de nombre La Brañota.
Un saludo.
Eso precisamente quería puntualizar yo,lo que dice el anónimo, Lázaro era Amador y era del Corralin.Por lo demás de momento es el pueblo que sale mejor parado,y el que mejor describe,no sé como sera la "Brañota",es que yo nunca la oí nombrar, quizá le hablaron de la Braña o Brañoa,y él pensó que se trataba de un pueblo.
Chapras: Es cierto, la descripción del pueblo está muy bien y nos da una idea como estaban todos los demás cuando estaban llenos de gente, pero la que hace de los paisanos ...
La Brañota, son unas cuantas huertas que están al lado del pueblo y donde hay alguna casa pero formando parte del mismo y que nosotros llamamos El Barrio.
Saludos.
Muchas gracias por la aclaración,no estuve en Omente nada mas que 4 veces,2 de noche,una al atardecer y la otra de paso, así que los conocimientos que tengo del pueblo es por Ramiro que eramos compañeros de trabajo,y como nunca nombro la Brañona,a mi no me sonaba de nada.Lo de Amador lo sabia por que era parientes de mi casa,y si lo conocía y sabia que tenia muy buena conversación.La discricion de los paisanos es en la misma linea que en el resto de los pueblos por donde pasó,como ya dije en otro comentario,este hombre todo lo que no entraba en sus esquemas lo trata con desprecio,lo de donde vallas haz lo que vieras,para este no cuenta,a mi particularmente me cae mal,no escribe lo que ve,si no sus opiniones personales.
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